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viernes, 3 de abril de 2009

Relato: Los amigos de la infancia


La amistad hace bien. Es buena para la salud, baja el estrés, levanta el ánimo, alarga la vida. Otra intuición también comprobada: los buenos amigos, los incondicionales, son un puñado, no son más de cinco o seis.

Es difícil hablar de la amistad sin caer en frases hechas o cursilerías. De cualquier manera, todo el mundo celebra esta relación, la más libre y pura de todas las relaciones que pueda tener un individuo. Y quienes no gozan de este vínculo, lo padecen. Las personas que no tienen amigos es porque están demasiado centradas en ellas mismas, y suelen ser intolerantes. En la adolescencia es fundamental para reforzar la identidad, y en la adultez el amigo es el testigo de nuestra historia. Tener amigos implica aceptar y tener el don de amor, sólo así se establece este circuito de dar y recibir.

No puedo jactarme de tener muchos amigos. Sin embargo, los poco que tengo son amigos incodicionables que están en las buenas y en las malas y siempre saben que decir en los momentos más difíciles y celebran tus éxitos como si fueran propios. Uno recuerda con mucha nostalgia a sus amigos de infancia, pero yo soy ajeno a ello ya que siempre mantengo contacto con aquellos amigos ya sean los que se encuentran en Tacna o los de Lima. Recuerdo, sí con nostalgia, la infancia y todas las travesuras que hacíamos día a día donde no le dábamos cabida a los problemas, sólo nos preocupaba si nuestras madres nos darían permiso para salir a jugar con los amigos o hacer una pijamada en casa de alguien para desve larnos toda la noche jugando Nintendo 64.

Recuerdo una vez en la que estábamos Diego, Lucho y yo jugando con ballestas fabricadas por nuestras propias manos (dos maderas clavadas, un clavo en cada esquina de la madera vertical y un grueso elástico. Las municiones eran hojitas de papel bien enrrolladas hasta que queden en una filuda punta) en la parte trasera de mi jardín donde cada semana se acumulaba pasto seco producto de las mutilaciones que hacía el jardinero. Tanto pasto seco se acumuló que fue nuestro perfecto campo de batalla como para revolcarnos para atacar o escondernos para una emboscada sorpresa. Un día, decidí prenderle fuego a mi papel puntiagudo para arrojárselo a uno de ellos y para mi mala suerte fue a dar directo a la gran masa de pasto seco que inmediátamente se incendió co mpletamente que mi abuelita, entre gritos, tuvo que llamar a los bomberos. Resultado: 1 mes de castigo sin poder salir de casa.

Cuántas travesuras hemos hecho. Cavábamos huecos en mi jardín para que nuestros G.I.Joe puedan tener sus propias bases y por la noches mi abuelita iba a recoger la ropa del tendedero y en varias oportunidades escuchaba "¡mocosos del demonio!" mientras se levantaba del suelo tras tropesarse con alguno de los cientos de huecos. A uno de la mucha nostalgia esos recuerdos en donde uno solo pensaba en terminar rápido las tareas para poder jugar con los amigos, los problemas que hoy nos agobian no eran parte de la vida de un niño.

El martes llegué a Lima y al día siguiente fui a visitar a mi amigo Diego, lo conozco de los 3 añitos, vivía al frente de mi casa en Tacna hasta que se mudó a los 14 años a Lima aunque eso no fue problema ya que todos los veranos visitaba Tacna y se quedaba en casa de alguno de nosotros. Lo conocí en una clase de marinera que nos inscribió nuestras despiadadas madres con afán de ver a s u retoño desarrollar el talento artístico que ellas no heredaron, tampoco lo desarrollamos nosotros. Recuerdo que tanto a Lucho como a mi nos tenían prohibido cruzar la pista. Sin embargo nos escabullíamos para ir a la casa de Diego, testigo de tantas travesuras y alegrías infantiles.

El miércoles vimos el partido de Perú frente a Brasil con nuestras respectivas cervezas, "algo tranqui", dijimos. ¿Tranqui? terminamos ebrios en Barranco junto a su hermano mayor que también se ha convertido como mi hermano. Con ellos los "tranquis" no existen, es perdernos en el jolborio y recordar cuando eramos niños... Desde la distancia les mando un fuerte abrazo a todos mis amigos que se encuentran en Tacna y sepan que siempre los tengo presente y que pronto estaremo s jugando nuevamente...Gracias por su amistad.