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miércoles, 28 de enero de 2009

Relato: El Cartero


Regresaba de comprarme unos cigarrillos de la bodega que se encuentra cerca a mi casa cuando noto que dos muy amigos míos se acercaban a abordarme: Sergio y Lucho. "¿Quieres ganar dinero fácil?" sostuvo Sergio con una mueca picarezca. "De qué se trata", refunfuñé confundido como si se tratase de algo ilícito. "Son 25 solsitos diarios sin hacer casi nada", refutó Lucho. "Qué hay que hacer", pregunté con una marca del signo de dinero en cada uno de mis ojos. "Vamos a ser ejecutivos de marketing en el área de distribución y repartición", prosiguió Sergio con el pecho inflado. "¿Ah?", acoté. "Vamos a repartir sobres", explicó Lucho riéndose a carcajadas.

Me explicaron que era algo sencillo de hacer, que una amiga de la mamá de Lucho le pasó la voz para que los tres repartiéramos sobres de la Derrama Magisterial a los profesores que prestaban "educación" a los colegios estatales. En los sobres explicaban que ellos, los profesores, podían acogerse a un préstamo por medio de este organismo. Nosotros tan sólo teníamos que ir a las direcciones que nos indicaban en la "base", entregarles el sobre, pedirles que firmen la hoja que constataba la entrega y marcharnos raudamente a nuestro siguiente destino. Pues bueno, hace unas horas, Sergio, el mismo amigo, me dijo para hacer casi lo mismo pero para otra institución, Electrosur. Para poseer el cargo de Técnicos especialistas en el área eléctrica del hogar. Es decir, vamos a ir a anotar los números de los medidores de las casas que nos indiquen y entregar una notificación.

El año pasado, en el verano, en pleno "holoceno" de la estación, estábamos ya prestos para ir a laborar y entregar cuanto sobre podamos a tutilimundi. Pues, fuimos. El "jefe" nos explicó lo que debíamos hacer: encontrar el domicilio, ubicar a la persona o a un familiar cercano, decirles que vamos en nombre de la Derrama Magisterial, entregar el sobre y hacer que firmen la hoja de entregas. "Tarea fácil", sostuvo aliciente. Luego nos entregó a cada uno de nosotros un fajo de sobres con la direcciones de un solo distrito. También unos polos color azul oscuro -como para cagarnos de calor en pleno corazón del verano- con el estampado de la institución. Antes nos dijo que el trabajo consistía de 5 días y que nos pagaría al culminar la campaña. Entonces, para nuestro agujerado bolsillo eran un total de 125 soles por sólo 5 días de campaña, por sólo entregar unos cuantos sobresitos a unos cuantos profesorsitos en unas cuantas horitas para llegar al fin de semana de playita con dinero fácil, pero laborado. De esta manera ya nos sentíamos comprometidos con el "jefe" con el señor que nos iba a regalar el dinero. Incluso pensamos que el tío era buena gente al regalarnos el dinero de esa manera, creímos que el pata se dio cuenta del déficit que atravesabamos en ese momento justo a 5 días de llegar al fin de semana en donde teníamos que ir a la playa y quiso ser nuestro chochera, nuestro brother, el tío chévere que te da la mano en momentos difíciles. Chévere con el "jefe", dijimos.

Bueno, regresamos a mi casa ya con el mapa de la ciudad, especialmente un mapa ampliado del distrito que nos tocaba hacer. Lucho y yo ordenábamos los sobres en orden alfabético mientras que Sergio, estudiante de arquitectura, elaboraba un plan estratégico para acortar distancias. La cosa marchaba bien hasta que grata fue nuestra sorpresa al darnos cuenta que habían sobres de direcciones que le faltaban número y/o letra, sobres los cuales no eran del distrito, titulares a los cuales no encontrábamos en la hoja de certificación de entrega. En fin, ya sabremos actúar en el momento, nos dijimos con mucho aliento. Propusimos ser nuestro propio Fedex con el lema de "cada sobre es importante y ha de llegar a su destino", muchachos con ideales! muchachos con responsabilidad laboral! muchachos con compromiso a la institución que nos dio la mano! muchachos con conciencia...

Mi tío nos dejó en automóvil casi, casi, donde termina la ciudad de Tacna y riéndose se despidió con un "los veo en la noche, ja já". Eran casi las 9:00 am. A nuestro alrededor habían casitas humildes, unas incluso estaban hechas de esteras. Era toda subida de pura tierra, escaleras que te llevan a los cerros, que te llevan a los desconocido, que ingresas a un mundo completamente nuevo, un mundo del cual uno había escuchado en cuentos, relatos o en los noticieros en el espacio de policiales. Sacamos el primer sobre, caminamos, Sergio con mapa en mano -"es por allá"- fuimos por allá -"No, no, que raro, debe de ser por acá"- fuimos por acá -"Carajo, este mapa esta hasta las huevas, vamos por aquí"- fuimos por aquí -"Quién mierda lotiza así, son unos brutos los que urbanizan en los conos" - en realidad lo son -"Señora ¿conoce a Juan Pérez?"- afirmó conocerlo. Nos indicó la casa y felices fuimos a entregar nuestro primer sobre. Emocionados tocamos la puerta y un señor salió, nos miró de pies a cabeza, puso una mueca de aquellas que se les pone a esos vendedores, evangelistas, testigos de jehová, etc, nos puso la mirada de "Pucha, un huevón me viene a entregar un sobre justo cuando iba a comer mi rico desayuno, que jodida es esta gente". Por favor señor, firme aquí. Firmó y cerró la puerta apresurado. ¡Nuestro primer sobre! gritamos contentos. Bueno, ¿cuántos nos quedan?, abrimos la maleta y nos quedaban, aproximadamente, un cálculo a groso modo, unos...300 sobres? Ajjj!

Seguimos con la proesa. Buscábamos con ansias el siguiente domicilio, y sin embargo, no lo ubicábamos. Sergio tenía el plano y no daba ni siquiera con la lotización, con nada que se parezca, incluso dudé de que haya escogido bien la carrera, o qué ¿a caso no le enseñan a leer planos en la facultad? Resulta que las lotizaciones estaban mal hechas, ibamos de la letra A y al siguiente era letra J, luego letra K-7, ¿había 7 lotizaciones de la letra K? era todo es desparramo. El plano ya se estaba descuageringando de tanto leerlo. Insistimos nuevamente, pero era en vano. "Bueno, a otra dirección" - dijo Lucho que increiblemente estaba emocionado cuando ya lo empezaba a mirar feo de su "trabajito fácil".

Recorrimos todo un distrito enorme, jamás en mi vida había caminado tanto, entregamos varios sobres, recibimos tremendos portazos, recibimos tantas quejas hacia la Derrama, "señora nosotros sólo venimos a entregar este sobre" explicábamos. Nos encontrábamos con el peor enemigo del cartero: El perro. Los había de todo tipo. Desde el feo grande con dientes enormes que pueden razgarte todos los músculos hasta el pequeño bravucón que te ladra a los tobillos por largos minutos. También habían los perritos adorables, pequeñuelos, bien bañaditos, pero esos eran los más peligrosos, esos mordían y duro. También encontrábamos gente despreciable que no querían firmar la bendita hoja de entrega porque pensaban que se estaban acogiendo desde ya al préstamo o a que los íbamos a estafar. También gente muy amical que te ofrecía un vaso de agua a tanta sed.

La travesía del primer día duró largas horas, largas entregas, largas paradas en bodegas para tomarnos una gaseosa y armar nuevas rutas, ordenar los sobres, lavarnos el rostro, quejarnos y maldecir. Tanto caminamos que incluso llegué a vomitar por el sol que siempre me apuntaba como odiándome. Habíamos entregado ya varios sobres y al ver la maleta vi que faltaban como 291 sobres! "Váyanse a la mierda, renuncio", dije eufórico, cansado y quejumbruso. "Dinero fácil, sólo es entregar unos cuantos sobresitos...Lucho de mierda entrégalos tú mismo, me largo", gritaba en la calle. Y él, seguía increiblemente alegre, con él no era la cosa, él seguía pensando que era dinero fácil, que ya culminaría la faena. Sí, claro. Al final terminamos la faena a las 8pm. Nuestras madres preocupadas porque no llegábamos, llamaron al tío "chévere" para preguntar si ya terminamos. Cómo reí al verlo a Lucho al final del día. Estaba agotado. "Ya ves, mañana te quiero ver de nuevo y que entregues todos los sobres", le recriminé.

Para culminar, llegamos a terminar todo el trabajo. Cumplimos eficientemente. Claro, que hicimos varias entregas fantasmas, nosotros mismos firmábamos varios sobres y los botábamos a la acequia. Hubo sacadas de mierda. Por ejemplo Sergio se estrelló en bicicleta contra la puerta de un carro que se abrío repentinamente cuando él iba a 30 km por hora. La primera baja. Otro día yo tuve que abandonar porque la llanta de la bicleta se paraba desinflando. Y, en nuestro último día tuvimos que alquilar un carro para poder dejar los sobres restantes.

¿Qué aprendimos de todo esto? Pues, conocimos más las calles de nuestra ciudad. En conversaciones con amigos preguntaban por donde quedaba la calle, digamos, Juan Quiñónez. "Mira, vas por Ramón Copaja, defrente, llegas a la av. Industrial, a mano derecha vas por Juan Moore y al chocar con Roosvelt vas a mano izquierda y llegas a Juan Quiñónez", decíamos orgullosos como futuros taxistas.

Desde ese día, aprendí a ser más tolerante con la gente que toca la puerta a ofrecerme algo o convencerme de algo, les regalaba unos minutos de mi tiempo, "pobres" pensaba, eso me tocó vivir a mí. Ahora sé del arduo trabajo de ser Cartero, mensajero, visitador médico, evangelista y todas esas labores que llegan de puerta en puerta. Los admiro y felicito. Y les digo: "el trabajo dignifica".

Bien, ahora empieza una nueva etapa, el "holoceno" empieza otra vez, Lucho ya está informado y ha de ir con nosotros. ¿Qué nos deparará esta nueva faena? ¿Vomitaré otra vez? ¿Sergio habrá aprendido a leer planos? ¿Se le quitará la risa a Lucho? no lo sé...pero ya les contaré.



martes, 20 de enero de 2009

Relato: El héroe que quisiera ser...


Desde niño siempre me fascinó Batman, porque no era el típico superhéroe con súper poderes especiales arraigados de una galaxia lejana o contaminado por una especie de virus arácnido o un derrame de líquidos nucleares. No. Batman es, y lo seguirá siendo, un simple mortal en busca de justicia a base de sus principios morales -claro que no como cualquier mortal ya que él sabe todo tipo de artes marciales, es ricachón, es un playboy, tiene a cuanta mujer quiera, es un cancherazo, tiene una mansión y tiene LA cañaza- también tiene a los mejores archi enemigos que se han podido apreciar tanto en comics como en los cines. El guasón o Lex Luthor. El guasón pues, de lejos. Es el villano más carismático de todos.

De niño jugaba a que yo era Batman y me ponía un cinturón al cual le colocaba cajitas de color amarillo para fantasear que tenía todo tipo de artefactos para combatir el crimen. Y, claro, mi hermana era la villana con la cual tenía que combatir. Siempre le echaba la culpa a mi madre por haber parido a mi enemiga mortal. La sorprendía en su habitación y a la fuerza la metía al closet y amarraba las cerraduras con otros cinturones y no la dejaba salir hasta que mi madre me dijera: “Mocoso del demonio, deja de estar molestando a tu hermana”, gritaba su más preciada aliada. Mi madre era la que evitaba que haga justicia con mis propias manos, por ella “mi mundo” siempre se encontraba en constante peligro y es por eso que pedía ayuda de otros justicieros…mis amigos.

Entre ellos, Diego, de incógnito era supermán. Lucho el especialista en tecnología secreta –sabía atar bien los nudos– David, maquinaria pesada, traía todo tipo de herramientas para diseñar nuestra “súper nave”. Juntos teníamos nuestra propia liga de la justicia y nos prendíamos de nuestra “nave” –consistía en una escalera abierta boca abajo, empotrada a una silla, en la parte delantera teníamos la maquinita de coser de juguete de mi hermana que servía como el teclado de encendido de la nave, a los costados dos sillas recostadas con las patas hacia delante que simulaban los misiles tanto de ataque como de defensa, en la parte trasera de la nave –de la escalera– se encontraban Diego y Lucho con palos de escoba que servían como ametralladoras, lanza misiles, lanza llamas y espadas en caso que las municiones se agotaran. Y por último, David, en la parte posterior de la nave, iba con la mejor de todas las armas: Un rifle de juguete que hacía sonidos tipo al de las alarmas de los automóviles. Que envidia.

Cuando mi hermana llegaba con todas sus amigas disponíamos ya de un plan de ataque el cual siempre consistían en emboscadas relámpago sin dejar sobrevivientes. Todas al closet y dejarlas allí toda la puta tarde o hasta que la empleada, otra aliada, las liberara y la ciudad –mi casa– volviera a peligrar como cada día.

Siempre me gustó jugar a ser el héroe, a ser Batman, a luchar contra la justicia, a despedazar a mi enemiga mortal por comerse el último helado que quedaba, por ingresar a mi baticueva –mi habitación– a chismosear, por acusarme con mi madre y con mi abuelita que, por cierto, ella fue una gran aliada mía en busca de la justicia hogareña, ella fue mi “Alfred” de la casa, ella me daba todas las herramientas necesarias para mi indumentaria o mi súper nave, ella permitía que mi hermana permanezca encerrada en el closet con tal de que ella pudiera dormir tranquila. Caray! Que buena aliada he tenido y aun tengo, ella me encubría y no revelaba mi súper secreto…que yo era batman y luchaba contra la injusticia.

Ahora ya tengo 23 años. Ya no añoro ser Batman, bueno tener la cañaza sí. Anhelo ser un héroe, sí. Pero no del tipo dark. Quiero ser un héroe, pero el héroe de mi familia. Salir adelante y poder rescatar a mi familia de otros y peores villanos, las penas y las tristezas. Quiero ser el héroe de mi sobrinito, hijo de mi ex archi villana, mi hermana, la cual se ha convertido en mi inspiración de los últimos años. Quiero y anhelo que un día mi sobrinito me diga: “tío, eres lo máximo”, “Tío Nano, eres chévere”, “Tío, cuando sea grande quiero ser como tú”. Quiero también darle todos mis poderes a mi abuelita, toda mi vitalidad y que permanezca a mi lado por siempre, que se vuelva un Jedi y tenerla cerca para sus escuchar sus más preciados consejos. Deseo que mi madre sea muy feliz y se sienta orgullosa de mis logros, orgullosa de decir que soy su retoño. Que mi hermana cuente conmigo para lo que sea, porque somos un equipo y no podemos vivir sin uno del otro como el Guasón no puede vivir sin Batman y viceversa. Quiero, ser un héroe, sí. Un héroe moderno que saca adelante a su familia y que los protege de cualquier atentado. Quiero darles todo lo que se merecen, por todo lo que han, hacen y harán por mí.

A veces me gana el pesimismo, siento que no voy a llegar a ser lo que quisiera ser, que no voy a poder darle alegrías a mi familia. Sin embargo, me pongo mi coraza, mi “kevlar” y mi “baticinturón” de optimismo y sigo adelante en busca de lo que quiero ser y por quienes quiero ser y mi vida entera darle a ellos.

Mami, mama, hermana, Vincenzo y Mariana. Uds. Son mi inspiración para seguir adelante, a pesar de las vicisitudes por las cuales he tenido que pasar, seguiré para adelante para darles lo que se merecen. Las caídas que he tenido me han fortalecido más y he obtenido mejores “poderes”. Les prometo que siempre estaremos juntos a pesar de la pequeña distancia que cada año nos separa. Quiero que sepan que las amo con todo mi corazón y que uds. son mi salvación, mi espíritu guía y que sobretodo…quisiera ser su héroe.